Los residentes de las localidades de Chillón y Almadén tomaron la decisión de construir el convento de San Antonio de Padua, fundado por Fray Juan de la Puebla en 1514, en las afueras de Chillón.
Este lugar coincide con el sitio donde, a principios del siglo XV, se erigió una ermita dedicada a San Antonio como muestra de agradecimiento por el fin de una plaga de pulgones y otros insectos que había afectado gravemente los viñedos locales.
Se obtuvo la bula del papa León X y la licencia del obispo de Córdoba para su construcción, y la administración fue confiada a los padres franciscanos. Sin embargo, debido a la limitación de recursos utilizados en su construcción, el convento se encontraba en ruinas en 1562. Ante esta situación. Diego Fernández de Córdoba (1524-1601), también conocido como ‘‘el africano’’ y III marqués de Comares, asumió los costos de su reconstrucción.
A día de hoy, aún se conservan las ruinas del convento.
